Derek Bell, el piloto que susurraba a los Porsche
Sir Bell ha sido cinco veces campeón de las 24h de Le Mans al volante de un Porsche.

Imagen: PORSCHE MEDIA
Dereck Reginald Bell ha demostrado que ser piloto de carreras es una forma de vida de la cual es difícil escapar y no importa la edad que tengas porque, mientras tengas fuerzas para ello, intentará siempre volver a sentarte a los mandos de un bólido y susurrarle para conocer cómo es el corazón de su motor.
Desde sus grandes triunfos en las carreras de resistencia en la década de los 80, Dereck Bell es un mito en la historia del motor. Su entrada en la Fórmula 1 de la mano de Enzo Ferrari, su amistad con Steve McQueen (intervino en la extraordinaria película Le Mans) y su conversión a icono de Porsche, hacen del piloto inglés una de las leyendas del motor. Como él ha comentado en más de una entrevista, “nunca fui el mejor del mundo y tampoco soy imperturbable o especialmente valiente. Antes de las carreras me ponía muy nervioso, pero cuando empezaba lo olvidaba todo. Conducía coches rápidos porque sabía que podía hacerlo, no me daba miedo, tenía la habilidad necesaria para controlarlos”. Escuchaba su sonido, sentía su vibración y susurraba a su motor para conseguir su máxima eficiencia con el menor riesgo posible.
Como comentó Mathias Müller, presidente de Porsche en aquel año (2010), durante el homenaje que le rendía al piloto la escudería alemana: “Derek Bell hizo historia con Porsche. Tanto en el 917, 935 como con el 956 siempre fue uno de los pilotos más rápidos y sobre todo uno de los más seguros y fiables. Ganó las 24 Horas de Le Mans cuatro veces con Porsche y el título mundial de resistencia dos veces. Por ello le debemos nuestra gratitud y nuestro mayor respeto”.
Sir Dereck Reginald Bell (sí, es miembro de la Orden del Imperio Britanico desde 1986 por sus servicios en el mundo de la competición) cinco veces ganador de Le Mans, jamás tuvo un accidente de gravedad al volante de los Porsche oficiales. Quizás sus orígenes en una granja al norte de Londrés le dieron la sensibilidad necesaria para entender a los coches de carreras. De la mano de su padrastro (gran aficionado a las carreras de coches), comenzó en el mundo del motor a los mandos del Jaguar XK 150 en el GP de Italia en Monza con 18 años. Tras su paso por la Fórmula 3 y la F2 llamó la atención de Ferrari que lo fichó en 1968, llegando a debutar en la Fórmula 1 en el Autodromo di Monza. No fue una de las mejores épocas de la escudería del cavallino rampante ya que llegó a ser superada hasta por cinco escuderías. Dereck Bell fue consciente que no conseguiría un vehículo competitivo en la Fórmula 1 y por ello aceptó correr en los 1.000 Km de Spa en 1970. Las carreras de resistencia se adaptaban como un guante a su pilotaje y por ello se le ofrecio correr con un F512 amarillo oficial en Le Mans. Aquella fue una carrera bastante accidentada porque su coche llegó a incendiarse durante el repostaje y finalmente tuvo que abandonar, pero el paddock del circuito de La Sarthe fue consciente de que aquel piloto había llegado para triunfar en la mítica carrera. Más tarde participó en el rodaje de la película Le Mans en la traslación a la gran pantalla de la batalla entre el Porsche 917 y el Ferrari 512, durante su rodaje trabó una gran amistad con el actor Steve Mc Queen. Fue un rodaje difícil y con muchos incidentes “Creo que le conocimos de una manera que poca gente pudo hacerlo, aparte de su familia. En su otra vida todo el mundo quería ser como él, o mejor que él. Pero cuando hicimos la película él saltó a nuestro mundo, era modesto y respetuoso”.
Y la leyenda del susurrador de bólidos en el circuito francés comenzó a forjarse en 1975, cuando a los mandos de un Gulf Mirage GR8 con motor Cosworth y con Jackie Ickx como compañero, consiguió la primera de sus cinco victorias en las 24 Horas de Le Mans. Un año en el cual las grandes escuderías habían dejado de lado las 24 horas de Le Mans debido a la fuerte crisis del petróleo de los 70.
Y su era de victorias en Le Mans con Porsche comenzó en 1981 a los mandos del Porsche 956, compartiendo de nuevo asiento con el belga Jacky Ickx: “Tenía mucho prestigio, porque era un grandísimo piloto que también ganó Grandes Premios de F1 y pudo ser campeón mundial. Además los ingenieros y mecánicos le adoraban a Ickx, y daban el 100%”. Bell recuerda su victoria con el Porsche 936/81 como uno de los mejores momentos en su dilatada carrera: “Antes de la primera sesión de entrenamientos, ni siquiera me había sentado en ese coche. Pero conseguimos la pole position, lideramos todas las vueltas y, finalmente, ganamos la carrera. Fue un momento inolvidable para mí, una especie de regreso. Estoy muy agradecido a Porsche por esa oportunidad». En 1982 inició la era del Grupo C con el Porsche 956 durante la cual Bell batió su propia marca como uno de los pilotos de resistencia más exitosos de todos los tiempos, volviendo a ganar Le Mans. Junto a su compañero de equipo ganaron la clásica de resistencia con una ventaja de 14 vueltas siendo casi una hora más rápidos que el segundo clasificado.
Sus grandes años dorados fueron entre 1985 y el 1989 cuando a los mandos del histórico Porsche 956 y su evolución en 1987, el 962, alcanzó el título de pilotos en el Campeonato Mundial de Resistencia en 1985 y 1986, las 24 Horas de Le Mans en 1986 y 1987, tres veces las 24 Horas de Daytona en 1986, 1987 y 1989, logrando un total de 16 victorias en el Campeonato Mundial de Resistencia y 19 en el IMSA norteamericano. Uno de los éxitos que recuerda con más cariño es su tercer puesto en Le Mans con el McLaren GTR en 1995 donde formó equipo con su hijo Justin.
Dereck Bell condujo intermitentemente para Porsche durante 35 años en los que demostró la fiabilidad de su pilotaje “En todo este tiempo creo que solo se me ha roto una cosa. Fue una parte de la suspensión que falló en Spa”.
Desde el 2001 ha trabajado con Bentley como asesor y ayudó a desarrollar el programa de Porsche con el objetivo de volver a ganar las 24 Horas de Le Mans. “Para ser un buen piloto de resistencia debes controlar tus ambiciones personales por el bien del equipo. Así es como funciona, y debes asumirlo desde el primer momento”.
El piloto que consiguió en 1971 alcanzar los 396 km/h, la velocidad jamás lograda por un Porsche en Le Mans, el hombre que cayó desmayado después de haber ganado las 24 Horas de Le Mans en 1981, aquel que ayudó con el 956 Bellof ha realizar un tiempo en Nürburgring Nordschleife de 6:11 min. a una velocidad media de más de 200 km/h, un récord que nadie ha superado, puedes encontrarlo hoy en dia a sus años conduciendo por las carreteras de Gran Bretaña un Porsche 924 de 1981 Vintage Carrera GTS. El Conductor de autos de carreras que tiene la sabiduría suficiente para describir al Porsche 956/962 como un bólido que posee:
“Un Bastidor monocasco de aluminio, con motor 6 cilindros bóxer 2.7 biturbo, fue su coche favorito, su aliado para innumerables victorias. El 962 es la evolución lanzada en 1987. “Fue un gran coche desde el principio”, recuerda Bell. La primera cosa que notabas era lo pesada que resultaba la dirección. Tenía buena adherencia, pero los neumáticos traseros no eran todo lo bueno que desearías con 650 CV empujando. Con las derrapadas se perdía tiempo, pero era fantástico. Lo más importante era adaptarse al incremento de adherencia. El 956 fue el primer coche con efecto suelo y era muy diferente del 936 con el que había ganado en Le Mans anteriormente. Tenías que aprender a pasar una barrera invisible a partir de la cual la aerodinámica funcionaba. Cruzado ese punto se agarraba increíblemente, pero hay gente que se ha comprado estos coches para correr los fines de semana y nunca han llegado hasta allí, y pasan mucho miedo”
es sin duda alguna, un trabajador del motor que entendía como ninguno a los vehículos de la escudería de Stuttgart a los cual escuchaba y sacaba su máximo rendimiento con la sabiduría de un Genio del automovilismo, porque era: “El piloto que susurraba a los Porsche”.
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